EL DISCURSO DIRIGIDO A LA
OXFORD UNION EN 1986
por Melina Mercouri
La Oxford Union es una
mundialmente famosa sociedad de debate en la que a menudo se puede escuchar
a personas eminentes. En Junio de 1986 el asunto a debatirse fue el retorno
de los Mármoles del Partenón a Grecia. Este es un archivo bastante
largo, y le recomendamos descargarlo en su disco local para su lectura fuera
de línea; creemos que vale la pena.
Quisiéramos agradecer a la Fundación Melina Mercouri por proveernos
la transcripción este discurso.
Señor
Presidente, Honorables Miembros, Damas y Caballeros.
En primer lugar, permítanme agradecer a la Oxford Union por organizar
este debate, y también por invitarme al mismo. Me parece bueno que esta
noche pueda oírse aquí una voz griega; incluso una voz con mi
pobre acento. Lo escucho y me sobresalto. Recuerdo lo que Brendan Brehan dijo
alguna vez acerca de cierto locutor: "Habla como si tuviera a los Mármoles
de Elgin en la boca".
Hay
otros agradecimientos que debo mencionar, a los muchos ciudadanos británicos
que han defendido la posición de mi gobierno, a los Honorables Miembros
de ambas Cámaras que manifestaron interés y simpatía por
el retorno, a los participantes en el debate de esta noche y por supuesto, por
los esfuerzos que ha realizado para llevar la verdad al pueblo británico,
mi más profunda gratitud al Comité Británico por la Restitución
de los Mármoles del Partenón.
Y son
los Mármoles del Partenón. No existe nada llamado "los Mármoles
de Elgin".
Existe un David de Miguel Ángel
Existe una Venus de Da Vinci
Existe un Hermes de Praxíteles
Existe un "Pescadores en el Mar" de Turner
¡No Existen los "Mármoles de
Elgin"!
Ustedes
saben que se dice que nosotros los griegos somos una raza fervorosa y de sangre
caliente. Bien, déjenme decirles algo al respecto: Es cierto. Y yo no
soy conocida por ser la excepción. Sabiendo lo que esas esculturas significan
para el pueblo griego, no es fácil referirse desapasionadamente al hecho
de su extracción de Grecia. Pero lo intentaré. Lo prometo.
Uno de vuestros
eminentes profesores me ha aconsejado contar la historia de cómo los
Mármoles fueron llevados desde Atenas a las costas británicas.
Respondí que esos hechos eran bien conocidos, pero se me dijo que si
hubiera una sola persona en la sala que no los conociera sino vagamente, la
historia merecía ser contada. Así que la contaré, tan brevemente
como pueda.
Nos encontramos
en los finales del siglo diecinueve. Napoleón se encuentra evaluando
los riesgos de invadir Inglaterra. Finalmente, decide que no es una buena idea
y en su lugar invade Egipto, arrebatándolo de la dominación turca.
A los Turcos esto no les agrada en lo absoluto, y rompen las relaciones diplomáticas
con Francia, declarándole la guerra. Gran Bretaña decide que este
es un gran momento para enviar un embajador a Turquía.
Entra en
escena Lord Elgin. Él es el elegido para el puesto. Está recién
casado con la hermosa Mary Nisbett y se encuentra terminando su refinada quinta
campestre. Su arquitecto le cuenta acerca de las maravillas de la escultura
y arquitectura griegas, y le sugiere que sería una gran idea hacer vaciados
de yeso de los objetos en Atenas. "Es una gran idea, ciertamente",
responde Elgin y comienza a organizar un grupo de personas capaces de hacer
dibujos arquitectónicos, dirigidos por un pintor respetable, quien termina
siendo Giovanni Lusieri, un pintor italiano.
No puedo
resistir el tomarme un momento para referirles una anécdota: Elgin había
conversado previamente con Turner. Si, ése Turner. El joven pintor
se había mostrado interesado. Lord Elgin expuso las condiciones: Cada
dibujo y boceto que Turner hiciera pertenecería a Su Señoría.
En su tiempo libre daría lecciones de dibujo a Lady Elgin. "Muy
bien," respondió Turner, "pero entonces quiero cuatrocientas
libras al año". "No, no," dice Elgin, "demasiado,
demasiado". Y así, Turner no fue. Fin de la anécdota.
El Capellán
del equipo de Elgin era el reverendo Phillip Hunt. No me referiré a él
muy reverentemente. Si tengo que excluir a Lord Elgin, el archivillano en la
historia tal como yo la veo es el reverendo Hunt. Más adelante ampliaré
este asunto.
Los Elgin son recibidos con gran pompa en Constantinopla, intercambiándose
fastuosos presentes. Los vaivenes de la guerra son ahora favorables a los británicos
y el Sultán está encantado con ello. Y ahora volvamos a Grecia,
esta Grecia ocupada desde hace casi cuatrocientos años por el Imperio
Otomano.
El equipo
de artistas llega a Atenas. Para controlar la ciudad, los Turcos nombraron dos
gobernadores, uno civil y otro militar. Mucho se ha dicho y continúa
diciéndose acerca de la poca consideración que los turcos tenían
por los tesoros de la Acrópolis. Aún así, tomó seis
meses garantizar el acceso al equipo de Elgin. Pero finalmente lo consiguieron:
cinco libras por visita en la palma del gobernador militar. De esa forma se
inauguró un proceso de sobornos y corrupción de oficiales que
no se detendría hasta que los Mármoles fueran embalados y enviados
a Inglaterra.
Cuando los
andamios ya se encontraban levantados y los moldes listos para ser confeccionados,
llegaron repentinos rumores acerca de que Francia hacía preparativos
para una acción militar. El gobernador turco ordenó la salida
del equipo de Elgin de la Acrópolis. Cinco libras la visita o no, el
acceso a la Acrópolis estaba prohibido. Había una única
posibilidad de volver allí: que Lord Elgin utilizara su influencia con
el Sultán en Constantinopla para obtener un documento, llamado firman,
ordenando a las autoridades de Atenas que permitieran la continuación
de los trabajos.
El reverendo
Hunt viaja a Constantinopla para entrevistarse con Lord Elgin. Pide que en el
documento conste que los artistas - por favor, tomen nota de esto - se encuentran
al servicio del Embajador Extraordinario Británico. Elgin se reúne
con el Sultán y consigue el firman. La redacción del mismo
es bastante tortuosa. Permítanme leerles las órdenes dadas por
el Sultán que vienen al caso de nuestra discusión. Cito:
"Que
los artistas no encuentren oposición en caminar, observar y contemplar
los cuadros y edificios que quieran dibujar o copiar; o en fijar andamios alrededor
del templo; o en modelar con tiza o yeso los mencionados ornamentos y figuras
visibles; o en excavar, cuando lo crean necesario, en busca de inscripciones
entre los desperdicios. Que no les sea impedido llevarse cualquier pedazo de
piedra con inscripciones y dibujos."
(En la traducción posterior de Hunt presentada
ante el Comité Selecto puede leerse: Qualche pezzi di pietra - cualquier
pedazo de piedra).
Estas instrucciones
son dadas a los gobernadores - y esto es algo que dice el firman - debido
a las excelentes relaciones entre los dos países, y cito nuevamente:
"
... particularmente tomando en cuenta que no se causará daño a
los edificios mencionados al observarlos, contemplarlos y dibujarlos".
Tan pronto
como el firman fue recibido en Atenas, un febril y terrorífico asalto
se perpetró en un edificio que, aún hoy, muchos consideran el
más puro y hermoso de la creación humana.
En
el momento en que fue atacado el pórtico de las Cariátides del
Erecteón, la fiebre era tan intensa que el Reverendo Hunt sugirió
que podría removerse el edificio completo si pudiera despacharse un gran
buque de guerra Británico para él. Lord Elgin estaba excitado
por la idea y solicitó el envío del barco. La solicitud no fue
considerada escandalosa, pero en ese momento no había ningún barco
disponible. (Imaginemos si lo hubiera habido)
El relato
de todos los horrores llevaría demasiado tiempo y demasiada continencia.
Las palabras "pillaje", "dilapidación", "desvastación
caprichosa", "lamentable derrumbamiento y ruina" no se me están
ocurriendo ahora, sino que fueron dichas por los contemporáneos de Elgin.
Horace Smith se refirió a Elgin como "el ladrón de mármol".
Lord Byron lo llamó saqueador. Posteriormente, Thomas Hardy escribía
acerca de los mármoles como "cautivos en el exilio".
Mi gobierno ha
solicitado la devolución de los Mármoles del Partenón.
Nos ha sido negada. Que quede asentado que nunca abandonaremos esta demanda.
Permítanme enumerar los argumentos que se oponen al retorno y analizarlos
uno por uno.
En primer
lugar, los Mármoles fueron obtenidos a través de una transacción
justa. Yo me pregunto si el soborno y la corrupción de funcionarios pueden
contradecir el espíritu de una "transacción justa".
Cuando el designado Comité Selecto se encontraba estudiando la proposición
de compra de los Mármoles a Su Señoría, Elgin presentó
una cuenta detallada de los gastos en que incurrió para su obtención.
Citando sus comentarios: "los obstáculos, interrupciones, y desaliento
causado por los caprichos y prejuicios de los turcos", incluye un ítem
de 21.902 libras en presentes para las autoridades de Atenas. Bueno, al menos
es una suma adecuada. Y por supuesto, debería preguntarse: ¿Es adecuado
negociar con los turcos la más apreciada de las posesiones griegas cuando
Grecia se encuentra bajo su ocupación?
Un segundo
argumento que se presenta a pesar de haber sido calurosamente rebatido por viajeros
británicos de la época en Grecia es que:
"
... Los ignorantes y supersticiosos griegos estaban indiferentes ante su arte
y monumentos."
Esto,
por supuesto, implica que eran ciegos, inconscientes y sin corazón. ¿Quiénes?
¿Esos griegos que mucho después de Pericles crearon las maravillas
del arte Bizantino? ¿Esos griegos que aún bajo ocupación
turca crearon multitud de escuelas de arte y técnicas? ¿Esos griegos
que a pesar de cuatrocientos años de dominio turco mantuvieron obstinadamente
su lengua y religión? ¿Esos mismos griegos que durante su lucha
por la independencia enviaron a los soldados turcos municiones para ser utilizadas
contra ellos mismos? Si, contra ellos mismos.
Las tropas
turcas asediadas en la Acrópolis se estaban quedando sin municiones y
comenzaron a atacar las grandes columnas para extraer plomo para hacer balas
con él. Los griegos les enviaron municiones junto con un mensaje: "Aquí
tienen balas. No toquen las columnas".
Una vez
que se recuperó la independencia, una de las primeras leyes que dictó
el gobierno griego fue la de la protección y preservación de los
monumentos nacionales. ¿Indiferencia? Consideramos monstruosa a esta acusación.
Seguramente ya habrán oído, pero déjenme repetirles, lo
que un desconsolado griego le dijo a los miembros del equipo de Elgin, tal como
lo cuenta J.C. Hobhouse: "Ustedes han tomado nuestros tesoros. Por favor
cuídenlos bien. Algún día reclamaremos su devolución".
¿Creeremos que este hombre hablaba sólo por sí mismo?
Últimamente
se ha propuesto una nueva teoría, y ésta es una belleza. El Sr.
Gavin Stamp, con quien tendré el honor de reunirme esta noche, propone
la idea de que los griegos modernos no son descendientes de Pericles. Oh! Nuestros
Mármoles han sido sustraídos. ¿Quién reclamará
por los huesos de nuestros ancestros?
Como Ministra
de Cultura, lo invito a través de este medio a venir a Atenas. Le conseguiré
espacio televisivo en horario central para que les diga a los demógrafos
y al pueblo griegos quiénes son.
Argumento
Número 3. Si los Mármoles son devueltos, se sentará un
precedente que podría terminar en el vaciamiento de los museos. Pido
disculpas, pero creo que esto es mera charlatanería. ¿Quién
solicitará y quién permitirá el vaciamiento de los museos?
Permítaseme
decir una vez más que creemos que los museos son una necesidad social
y cultural y deben ser protegidos. He repetido una y otra vez que reclamamos
por una parte integral de una estructura que ha sido mutilada. En todo
el mundo, el nombre de nuestro país es inmediatamente asociado con el
Partenón.
Reclamamos
solamente por algo único, sin igual, algo específico de nuestra
identidad. Y estimados amigos, si existiera la mera sombra de una sombra de
daño a los museos, ¿Por qué recomendaría su retorno
el Concejo Internacional de Museos, como lo ha hecho?
Argumento
Número 4. Éste de cosecha más reciente. ¡Polución!
Polución sobre la Acrópolis. Que sentido tiene esto? Cuando Londres
se enfrentaba con el severo problema de la polución, ¿Hubo gritos
de alarma por los Mármoles? Por supuesto que no. Y por la simple razón
de que se encontraban dentro del Museo Británico. No pretendemos
reponer las esculturas en el friso. Creemos que esto no puede realizarse, y
mi gobierno ha expresado públicamente que el día que Atenas vea
el retorno de los Mármoles, se encontrará listo para recibirlas
y adyacente a la Acrópolis para situarlas en contexto, un hermoso museo
con los más avanzados sistemas de seguridad y preservación.
Quisiera
añadir que nos enorgullecemos de las obras actualmente en curso en la
Acrópolis. La exposición de estas obras fue realizada ante un
congreso de los arqueólogos más importantes del mundo, invitados
a Atenas. Sus elogios fueron unánimes, entusiastas y gratificantes. Desde
entonces, ha sido exhibida en las ciudades europeas más importantes.
Ha sido gentilmente recibida por el Museo Británico en Londres. El Financial
Times publicó un reporte acerca de la calidad de estos trabajos y de
las habilidades ejemplares de los restauradores griegos. He requerido que se
disponga de copias para aquellos de ustedes que pudieran encontrase interesados
en leerla.
El argumento
más esgrimido es que al remover los Mármoles, fueron salvados
de la barbarie de los turcos. El negar su vandalismo me pondría en una
situación difícilmente defendible, pero el hecho es que los turcos
negaron el permiso a Elgin para remover esculturas de las obras o de las paredes
de la ciudadela; y con la bendición del Reverendo Hunt, fueron bárbaramente
removidas. Cito una carta de Luisieri a Elgin:
" Tengo, mi Señor, el placer de anunciarle
la posesión de la octava metopa, aquella en la que se encuentra el centauro
arrastrando a la mujer. Esta pieza ha causado tantos problemas que me he visto
obligado a ser ligeramente bárbaro."
En otra
carta esperaba que
"...
las barbaridades que me he visto obligado a cometer a su servicio me sean perdonadas".
Edward Dodwell
escribió que:
"He tenido la mortificación indecible de estar
presente en el momento en que el Partenón fue despojado de sus más
refinadas esculturas. Vi desmontar varias metopas del extremo sudeste del templo.
Estaban colocadas entre los tríglifos, como en una ranura; y para poder
levantarlas fue necesario arrojar al suelo la magnífica cornisa con la
que habían sido cubiertas. El ángulo sudeste del pedimento corrió
la misma suerte; y en lugar de la pintoresca belleza y elevado grado de preservación
con que lo vi al principio, ahora se encuentra completamente reducido a un estado
de destrucción desolador. No podemos sino aborrecer el espíritu
de barbarie que los impulsó a destruir y mutilar, a saquear y derrumbar
las nobles obras ordenadas por Pericles y ejecutadas por el inigualado genio
de Fidias e Iktinos."
Otro testigo,
Robert Smirke, escribe:
"Me afectó particularmente el ver la destrucción
perpetrada para quitar los bajorrelieves de las paredes del friso. Cada piedra
golpeaba el suelo al caer con su gran peso, produciendo un profundo sonido hueco,
como si se tratara del espasmódico gemido del herido espíritu
del templo."
Edward Daniel
Clarke se encontraba entre aquellos que presenciaban la devastación.
Escribe:
" al mirar hacia arriba vimos con pesar la rajadura
que se había producido, que todos los embajadores de la Tierra, con todas
las soberanías que representan, ayudados por cada recurso que la fortuna
y el talento puedan otorgar, jamás podrán reparar."
Tanta fue
la barbarie.
En el año
1816 se designa un Comité Selecto para estudiar una propuesta realizada
por Lord Elgin. Los Mármoles habían sido exhibidos en varios lugares
y cobertizos. Los tiempos son difíciles para Lord Elgin y ofrece vender
los Mármoles al gobierno. El comité tiene que decidir:
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